Para qué volver sobre el hecho sabido de que cuanto más se parece un libro a una pipa de opio más satisfecho queda el chino que lo fuma, dispuesto a lo sumo a discutir la calidad del opio pero no sus efectos letárgicos.
domingo, octubre 31, 2010
Quiero retruco.
La noche no despierta y llora, víctima de yocásticas pulsiones, y de aluviones que sobre ellas caen, en defensa pero injuriando. Y truenan pardos en los oídos, entremallados, en redes irregulares barroquiformes que violentamente sacuden los sentidos. Barajando suertes sucias, humor agresivo, desvelan a la noche y secan sus ojos, y maduran a la noche hasta casi ya morir. Asi soy noche, esta y desvelada.
lunes, octubre 25, 2010
"El hombre de al lado"
Con la ridícula consigna de "Ver la película 'El hombre de al lado' y escribir acerca de los agujeros y su función", fue esto lo que produje. Mi habilidad para el buen "chamuyo" cada día me sorprende más.
El poeta y dramaturgo alemán Johann Wolfgang Goethe dijo “Para conocer a la gente hay que ir a su casa”. Es cierto, somos lo que hacemos. Cada huella que los seres humanos dejan en el mundo da un indicio de quiénes son. Los objetos que construyen y crean, el modo en que lo hacen, cómo disponen de ellos, cuáles eligen tener, la manera en que decoran, la forma en que se visten y modifican su cuerpo, da una pauta de la identidad única de esas personas. Y podría decirse también que una casa es un “pequeño mundo” de cada uno de ellos, puesto que en ella son quienes gobiernan, es una porción del planeta de la que pueden disponer como deseen y hacer en ella lo que quieran; por lo tanto, una casa es un buen espejo para ver reflejadas en él a las personas que la habitan. Además, un antiguo proverbio advierte que “Al comprar una casa, piensa en el vecino que adquirirás con ella”. Teniendo en cuenta entonces este aspecto de las casas, podría una residencia vecina equipararse a un país limítrofe, donde identidades, expresiones culturales, gustos, necesidades y posibilidades más o menos diferentes a las nuestras tienen lugar. Esta analogía que equipara una pared medianera con una frontera demuestra entonces lo compleja que es en realidad una relación entre vecinos; dos “mundos” que se ven obligados espacialmente a relacionarse entre sí. Es por eso que los hombres tienden, por lo general, a hacer todo lo posible por separar su lugar del de los demás. Paredes, paredones, arbustos, cercos, postigos, cortinas, persianas, rejas, son sólo algunas de las maneras que encuentran de hacerlo.
La película “El hombre de al lado” muestra cómo un agujero en una pared medianera puede generar un inacabable conflicto entre dos vecinos y sus completamente desiguales mundos. Por un lado, Leonardo, un diseñador renombrado y fino, su familia, su empleada doméstica y su casa, la única del país realizada por Le Corbusier, repleta de piezas de arte y muebles de diseño. Por el otro, Víctor, un hombre tosco, recio y vulgar, vendedor de autos usados, que decide hacer un agujero en la pared medianera para colocar allí una ventana que iluminara su oscura casa. A raíz de ello se genera el problema. Al martillar esa pared no solamente se rompieron unos cuantos ladrillos; también se creó una brecha entre dos mundos, se abrió la frontera entre dos países, se levantó un puente entre dos realidades muy distintas que a partir de allí comienzan a tener conciencia la una de la otra, y deben necesariamente entablar algún tipo de relación.
El concepto de “agujero” puede abarcar un sinfín de situaciones en las cuales puede ser aplicado. Es donde se coloca un clavo para colgar un cuadro, es un fenómeno cósmico de color negro, es la madriguera de un conejo por la cual Lewis Carroll transporta a Alicia al País de las Maravillas, es el lugar donde se ubican los órganos sensoriales que nos conectan con el mundo, es una ventilación que permite el ingreso de oxígeno a una casa, es allí donde se introduce la llave que abre una puerta, es el Aleph que describe Borges “El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño”, es, según una definición de diccionario, una “abertura más o menos redonda en una cosa”, es una rotura en una pared que conecta las vidas de dos vecinos.
La película “El hombre de al lado” muestra cómo un agujero en una pared medianera puede generar un inacabable conflicto entre dos vecinos y sus completamente desiguales mundos. Por un lado, Leonardo, un diseñador renombrado y fino, su familia, su empleada doméstica y su casa, la única del país realizada por Le Corbusier, repleta de piezas de arte y muebles de diseño. Por el otro, Víctor, un hombre tosco, recio y vulgar, vendedor de autos usados, que decide hacer un agujero en la pared medianera para colocar allí una ventana que iluminara su oscura casa. A raíz de ello se genera el problema. Al martillar esa pared no solamente se rompieron unos cuantos ladrillos; también se creó una brecha entre dos mundos, se abrió la frontera entre dos países, se levantó un puente entre dos realidades muy distintas que a partir de allí comienzan a tener conciencia la una de la otra, y deben necesariamente entablar algún tipo de relación.
El concepto de “agujero” puede abarcar un sinfín de situaciones en las cuales puede ser aplicado. Es donde se coloca un clavo para colgar un cuadro, es un fenómeno cósmico de color negro, es la madriguera de un conejo por la cual Lewis Carroll transporta a Alicia al País de las Maravillas, es el lugar donde se ubican los órganos sensoriales que nos conectan con el mundo, es una ventilación que permite el ingreso de oxígeno a una casa, es allí donde se introduce la llave que abre una puerta, es el Aleph que describe Borges “El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño”, es, según una definición de diccionario, una “abertura más o menos redonda en una cosa”, es una rotura en una pared que conecta las vidas de dos vecinos.
Un agujero, entonces, podría definirse como la ausencia de algo que resulta invasiva en el interior de ese algo, y por medio del cual pueden establecerse conexiones. La vidas y destinos de Leonardo y de Víctor se vieron enormemente afectados por un agujero en la pared que dividía sus casas, sus realidades; la falta de pared en aquella pared hizo que se estableciera una conexión entre dos mundos muy distintos, que inevitablemente comenzaron a relacionarse y a afectarse entre sí.
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